Estoy mayor, G

Llevo un tiempo pensando que este 2024 es un año peliagudo. Y es que para los que hemos nacido en 1999, este es el año de cumplir los veinticinco. Os confieso que es la primera vez que ya no me va a hacer tanta gracia cumplir años. Ya sé que a esta edad eres muy joven y que “ya verás cuando cumplas 45, 55… 75”. Lo sé. Pero precisamente, ya lo veré. Y es que no sé si al resto de mi generación le ocurre lo mismo, pero a mí es una cifra que ya me impone.

Ya no son veintiún años, en los que todavía eres un adolescente tardío y ciertas tonterías propias de chaval cuelan y tienen menos consecuencias. Por mucho que nos intenten vender lo contrario, con 25 ya eres un adulto y todos tus actos tienen consecuencias. Se te pide ya un nivel de madurez distinto del universitario que eras hasta hace dos días.

Explicado en términos futbolísticos (porque ya sabéis que todo se explica bla bla bla), con veinticinco ya no eres una joven promesa. Estás empezando el momento culmen de tu carrera, es cierto, pero ya da pereza ficharte en el modo Mánager. No tío, eres guay pero tu potencial ya sabemos dónde está.

Así que como es algo que me genera cierta preocupación por el síndrome de Peter Pan y todo eso, he elaborado mi propia checklist de indicios de si he madurado o no. Seguro que hay otras variables para medirlo, pero a mí se me ha ocurrido esta serie. La comparto con vosotros, queridos camaradas del 99 y otros posibles interesados, por si queréis comprobar si ya sois suficientemente maduros o no.

  1. Acompañas la puerta hasta que se cierra del todo. Eres un ferviente activista en la lucha contra la contaminación acústica.
  2. Pides en el McAuto la Coca-Cola sin cafeína porque ya es tarde y quieres dormir.
  3. Antes te perseguía tu madre para que te pusieras crema. Ahora tomas tú la iniciativa antes de bajar a la playa.
  4. Te has dado cuenta de que la barba de tres días no te sienta bien, y ya no te afeitas solo el día que tienes una cita, sino incluso el que te vas a quedar en casa tranquilamente.
  5. Ya no te pones reggaetón cuando escuchas música con cascos.
  6. No llevas la mochila colgada de un solo hombro y casi tocando el suelo, sino sobre los dos hombros. Molas menos, pero eso ya era antes de la mochila.
  7. Tu foto de WhatsApp aguanta más de dos semanas sin cambiarse. Tampoco tienes una frase lapidaria de estado (“Work hard, play hard 💪🏻🥇”), ni envías siete mensajes de una o dos palabras cuando podrías enviar uno solo.
  8. Cuando llueve, utilizas paraguas. Fácil, sencillo, mucho más que engañarse a uno mismo diciendo “qué va, casi no llueve”. Sí, sí que llueve.
  9. El zumo de naranja te lo tomas con pulpa, no colado. Ni siquiera por un tema de las vitaminas. Es que has comprobado que está mucho más rico.
  10. Te has dado cuenta de que las Lays de sabores raros que sacan cada cuatro meses no suelen estar buenas. Eres más de unas normales, clásicas, sin aspavientos.
  11. Empiezas a sospechar que no todos los sitios de la ciudad están a diez minutos andando. Quizá tengas que salir con algo más de antelación.

Y aunque quizá ya estés preparado para cumplir los veinticinco, cabe la posibilidad de que quizá estés demasiado preparado. Porque una cosa es haber madurado, y otra haber madurado de más, ser un poco maniático o, directamente, un chapas. La contrapartida a la lista anterior:

  1. Cierras la puerta de casa con llave cada vez que sales a hacer un recado. Doble vuelta.
  2. No tienes una pizca de grasa, pero pides Coca-Cola Zero. Además, argumentando “que es que sabe igual”. A tu casa.
  3. Triple ración de crema en la planta de los pies. No vaya a ser.
  4. Tienes una cuchilla en la oficina para emergencias. Admítelo, la tienes.
  5. En una fiesta, estás contento cuando ponen Hey DJ, Tusa y Danza Kuduro porque son las últimas que te aprendiste. Llevabas seis meses sin salir, por cierto. Y te has asegurado de que lo supiera todo el mundo.
  6. En vez de mochila llevas un maletín. Solo te falta el reloj de bolsillo y anteojos, y ya lo clavas.
  7. En tu foto de perfil apareces tú solo posando y es la misma que utilizas en LinkedIn, o similar. Ah y eres de los de “Hey there, I am using WhatsApp”, establecido el 20 de junio de 2016. De hecho, ya no tienes WhatsApp. Ahora usas Telegram, porque es más seguro.
  8. Han calado en ti los mensajes de “lo primero es la salud” y “lo importante es estar sanos”. Quizá haya un par de cosas importantes aparte de esa pero vale, lleva la mascarilla en el bolsillo, nunca se sabe.
  9. No eres nadie sin tus batidos energéticos multifrutas. Hace tiempo que no pruebas el dulce porque uff, no vayas a ponerte mórbido por ese trozo de chocolate.
  10. Prefieres comprar aceitunas con anchoa y banderillas. Que sí, que muy ricos, pero seamos gente civilizada. Y si te gustan las pasas ya estás listo para pedir la prejubilación.
  11. Vas en patinete eléctrico. Eres de esos.

En fin. No voy a confesar cuántas cumplo yo de cada lista. Tampoco voy a comprobarlo yo, no vaya a ser que me identifique más con la segunda que con la primera. Aunque, por suerte, la madurez no va en función del gusto por unas patatas de bolsa o por otras. Es mucho más profundo. En realidad, depende de si le pones el kétchup a todo o no. De eso depende.  

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